Existen palabras que, consciente o inconscientemente, llevan siempre implícito un sentido peyorativo. Una de esas palabras es el conflicto, que en cualquiera de sus acepciones tendrá esa carga negativa. No ocurre así para los expertos en Mediación, y en nuestro país tenemos a una de las mayores especialistas en la materia, la Dra. Leticia García Villaluenga, quien se encargó de abrir con su formación ‘Mediación: nuevas herramientas para la resolución de conflictos en el entorno laboral’.
Leticia García Villaluenga es doctora en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, con más de 20 años trabajando en el Máster de Mediación de la UCM, y es presidenta de Cuemyc (Red de Universidades para el estudio de la Mediación y el Conflicto), por lo que se la considera toda una referente a nivel nacional e internacional.
Con un enfoque teórico-práctico, y buscando en todo momento la participación del alumnado, la doctora García Villaluenga ha profundizado en los conceptos de mediación y conflicto, así como en la negociación. En todos estos procesos, íntimamente relacionados, las emociones juegan un rol importantísimo.
Nadie tiene un concepto positivo en torno al conflicto, más bien al contrario. Lo ejemplificó la doctora con la definición que ofrece el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) para el ‘conflicto’: «Lo más recio de un combate / Punto en el que aparece incierto el resultado de una pelea / Antagonismo, pugna, oposición / Combate y angustia de ánimo / Apuro, situación desgraciada y de difícil salida».
Como explicó la experta, esta carga negativa de todas las acepciones –en ningún momento se considera un conflicto como una oportunidad– tiene su base, en otros factores, en los mensajes que reciben en la infancia sobre los conflictos, como podrían ser los refranes (p. ej., Cría cuervos y te sacarán los ojos; Quien siembra vientos, recoge tempestades…); en los modelos de conducta de padres, profesores y amigos, actitudes reproducidas en televisión o películas o nuestras propias experiencias con los conflictos.
En este sentido, como lo entiende la doctora García Villaluenga, la negatividad, más que en el conflicto en sí, está en la forma en que lo abordamos. Por eso, prefiere la definición que proponen Rubin y Pruit, que consideran el conflicto como una “divergencia percibida de intereses, o una creencia de que las aspiraciones actuales de las partes no pueden ser alcanzadas simultáneamente”.
Una resolución en interés de todas las partes
Por esta razón, la Dra. García Villaluenga es partidaria de desarrollar y apostar por métodos que, como la mediación, ofrezcan una gestión no adversarial de los conflictos, posibilitando su transformación y, en su caso, su resolución en interés de todas las partes incursas en dicho conflicto. “Si la respuesta al conflicto es la adecuada, puede no ser un proceso negativo, sino que, al contrario, generará cambios personales y sociales positivos”.
Se trata de ver el conflicto como una “oportunidad”, no como un enfrentamiento entrópico. Entre los aspectos positivos que puede generar un conflicto, destacó la Dra. García Villaluenga, “permite conocernos mejor a nosotros mismos y a los demás, por lo que ayuda a establecer las identidades tanto personales como grupales”. Además, “favorecen la construcción de relaciones mejores y más duraderas”, así como “ayudan a aprender nuevos y mejores modos de responder a los problemas”.
En todo proceso, en todo conflicto, han de tenerse claro los intereses y necesidades de la otra parte, el objeto mismo de la negociación, y en el campo de la mediación resulta necesario trabajar desde múltiples perspectivas, como generar un clima de credibilidad y confianza, analizar si se condujo por suposiciones (de haberlas, comprobar si son ciertas), analizar si las propuestas son realistas y libres de prejuicios.
La mediación aparece como el proceso de resolución de conflictos que ayuda a que el individuo adquiera responsabilidad y capacidad de negociación –hay destacar la importancia del MAAN o Mejor Alternativa al Acuerdo Negociado, base de toda teoría de la negociación–, del mismo modo que se incentiva la colaboración entre las partes en conflicto para que ambas sean capaces de resolverlo por sí mismas, y aquí deben primar elementos como los citados intereses (nuestros, de ellos y de terceros), altenativas en base al MAAN, la legitimidad de los argumentos, los compromisos a cumplir y, como es lógico, una correcta comunicación.
La Dra. García Villaluenga hace hincapié en la mediación como una “forma de relacionarnos y de entender la realidad”, que implica trabajar “constantemente como un tercero que sabe que influye en las decisiones de los demás”, y aquí deben primar la credibilidad, la experiencia, la capacidad oratoria, recursividad y desprendimiento.