La «empatía es un término que proviene del griego empátheia que significa ’emocionado’ . Este concepto se encuadra dentro del estudio de la inteligencia emocional y hace referencia a la capacidad psicológica o cognitiva de sentir o percibir lo que otra persona sentiría o percibiría si estuviera en la misma situación vivida por su interlocutor, libre de prejuicios. También se la denomina «inteligencia interpersonal», término acuñado por Howard Gardner dentro de la teoría de las inteligencias múltiples (1983), quien se refirió a esta aptitud como aquella habilidad cognitiva de una persona para comprender el universo emocional de otra.
La capacidad empática hace que las personas se ayuden entre sí; tal como advertimos, se relaciona estrechamente con el altruismo (el amor y preocupación por los demás) y tiene como principal conducta consecuente el favor ajeno de forma desinteresada. Esta necesidad de ayuda es una consecuencia originada en el sentimiento de identificación, dentro del proceso comunicativo, con el dolor o sufrimiento de un individuo ante determinada situación. En definitiva, la empatía es una habilidad de la comunicación que permite una mayor adaptación social.
Esta participación afectiva en la realidad que afecta a otra persona es de gran valía en determinadas circunstancias laborales, sociales, personales…, ya que mejora la comprensión del comportamiento de otro u otros individuos en determinada realidad o tesitura, asimismo permite identificar por qué el otro toma ciertas decisiones que pueden afectarnos directamente. Facilita además comprender, ayudar y motivar a quien puede estar atravesando un mal momento, logrando de este modo una mayor colaboración y entendimiento entre los individuos que constituyen una sociedad. Se considera obviamente una capacidad de gran valor en profesiones en las que las habilidades en las relaciones interpersonales constituyen el día a día de médicos, personal sanitario, psicólogos o profesores.. Si bien se trata de un factor primordial en estas profesiones, también es cierto que juega un papel importante en todas aquellas en las que el trabajo en equipo se lleve a cabo. Cada persona que pertenezca a un equipo de trabajo aporta su punto de vista en relación a cómo, qué y por qué realizar una acción. Si al trabajo en equipo se une la disposición empática de sus miembros, el clima será notoriamente más satisfactorio a la par que productivo, ya que la elección de las ideas aportadas será más efectiva en relación a la adecuación a los objetivos de trabajo y no condicionada a factores de carácter personal.
La empatía está relacionada con otra aptitud: la asertividad, habilidad que permite expresar nuestros deseos de una manera amable, franca, abierta, directa y adecuada, y en función de la cual logramos decir lo que deseamos, no solo no atentando contra la opinión ajena, sino negociando con los demás el cumplimiento del objetivo que perseguimos.. Por tanto, aquel individuo que además de ser empático cuente con la capacidad de expresar su criterio de forma asertiva, tendrá dos grandes herramientas para desarrollar su potencial en un equipo de trabajo.
Las personas empáticas suelen desarrollar características comunes entre ellas: saber escuchar a los demás, entender sus problemas y necesidades, así como conectar con sus emociones. Aludir a una gran empatía entre varias personas supone identificar una gran conexión entre estas. La empatía genera relaciones saludables, mejora la convivencia y causa una actitud positiva en las personas que la ponen en práctica. El ser humano es un individuo social por naturaleza, es por ello que esta destreza adquiere tanto valor. Mantener relaciones sociales saludables nos hace sentirnos en un estado emocional equilibrado. Por tanto, ser una persona empática no solamente redunda en una relación favorable hacia los demás, sino que nos ayuda a nosotros mismos como individuos, además de traducir un alto grado de madurez personal e interpersonal.
La empatía es una característica personal que se puede practicar. Para aumentar esta cualidad existen ciertas claves de comportamiento, estas son algunas a considerar:
– Fortalece tus habilidades de compasión, mediante una escucha activa de lo que las otras personas te intentan transmitir. La «escucha activa» es una técnica de comunicación, basada en el trabajo de Rogers, que demuestra al hablante que el oyente le ha entendido bien. Algunas técnicas utilizadas para ello son: parafrasear, reflejar el estado emocional, o validar.
– Fomenta la cooperación con otros individuos.
– Practica la atención plena, sé consciente de tus propias emociones y de las de los demás.
– Sé más receptivo a los sentimientos de los demás, no culpes. Dale a la otra persona la oportunidad de que hable sobre sus emociones.
– Desarrolla tus habilidades para captar el lenguaje corporal, verbal, tono de voz y expresiones faciales de los demás. En definitiva, expresa empatía con tu lenguaje corporal. Además, es importante ser consciente de nuestro propio lenguaje no verbal, con el fin de mantener un contacto físico adecuado en el que transmitamos al otro nuestra disposición a entenderle.
– Escucha primero y ofrece tus comentarios después. Con frecuencia, si ofreces un consejo antes de que la otra persona te lo pida, se corre el riesgo de que la persona piense que estás convirtiendo su experiencia en algo que tiene que ver contigo. No escuches simplemente para contestar. El escritor Michael Rooni afirmó: «Escuchar sin dar soluciones»» te permite dar a tu interlocutor un espacio seguro para exponer y confrontar sus sentimientos. No se sentirá presionada por seguir tu consejo ni pensará que quieres «asumir» su problema o su situación.
Aprender a poner en palabras lo que se siente es algo que debe aprenderse durante la infancia y es fundamental para conseguir una buena comunicación emocional en la edad adulta. Si bien es cierto que deben ser los padres los que ayuden desde pequeños a sus hijos a descubrir y entender sus propios sentimientos y emociones así como los de los demás, la empatía se puede entrenar en la edad adulta, de forma que se logre modelar patrones adquiridos en la infancia, con el fin de mejorar el modo en que se desarrollan nuestras relaciones interpersonales en el día a día. La base de la empatía en el proceso comunicativo radica en prestar toda nuestra atención y observar todos los mensajes que nos transmite el interlocutor (verbales y no verbales), esforzándonos por ponernos en su lugar y «leer» lo que siente. Es importante además responder de una manera apropiada a la emoción manifestada por la otra persona. Si tenemos en cuenta estas claves, primordiales para acercarnos a la empatía, obtendremos sin duda relaciones mucho más satisfactorias personal, social y profesionalmente.
Puedes observar en el siguiente vídeo las pautas comentadas en este artículo. Cómo la empatía desarrollada nos ayuda a conectar con el otro creando vínculos que nos aportan calidad en las relaciones sociales de nuestra vida.
Referencias
– García-Rincón, César. Educar la mirada: arquitectura de una mente solidaria. Narcea Ediciones, 2006.
– González, Sonia. Habilidades de comunicación y escucha: Empatía + alto nivel + resultados. Thomas Nelson Inc., 2011.
– http://www.apa.org/helpcenter/psychotherapy-myths.aspx
Estoy feliz de encontrar posts donde hay informacion tan practica como esta. Gracias por aportar este articulo.
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