INTELIGENCIA EMOCIONAL: el Instituto Psicobiológico impulsa la educación experiencial demandada por la nueva cultura empresarial

Si hay un rasgo que ha definido en gran medida el siglo XXI a nivel empresarial es el cambio de visión en la configuración de las organizaciones, en los procesos de selección, en las actitudes y aptitudes que se valoran en los empleados y aspirantes. La entrevista de trabajo y el curriculum vitae han abandonado definitivamente esa vieja concepción, de corte más cognitivo y atendiendo exclusivamente a las hard skills o habilidades duras, y se han abierto a nuevos campos, que buscan más las competencias sociales e interpersonales tanto de empleados como directivos.

En el marco de esta nueva cultura empresarial, en los últimos años han cobrado un gran protagonismo las denominadas soft skills, y nadie duda ya del valor que poseen las habilidades blandas en los miembros de una organización, consideradas también prioritarias en todo proceso de selección de personal. ¿En qué se diferencian las hard y las soft skills?

Las habilidades duras, que se corresponderían con los títulos académicos obtenidos, es decir, aquellas destrezas o conocimientos que son más mensurables, han tenido tradicionalmente la preponderancia en las organizaciones y en los procesos de selección empresariales.

En general, las habilidades duras son aquellos conocimientos más técnicos, que se aprenden en el aula, fáciles de cuantificar (título universitario o certificado académico, idiomas, destreza en ciencias, en el manejo de maquinaria específica, etcétera). Por supuesto, estas hard skills continúan siendo muy importantes y fundamentales a la hora de ponderar. No obstante, en la nueva cultura empresarial, las habilidades duras comparten en nivel de relevancia con las blandas.

Las soft skills, mucho más difíciles de medir y de adquirir, tienen que ver más con las habilidades personales, sociales e interpersonales, aquellas que no aparecen reflejadas en el CV y que se demuestran especialmente a nivel laboral, con la forma de ser y la interacción de la persona con el resto de la plantilla de la empresa.

Sucesivos estudios, como los realizados por la red social LinkedIn o los lanzados desde el Foro Económico Mundial, han subrayado el creciente interés de las empresas y los empresarios por las habilidades blandas.

Estas soft skills habitualmente se manifiesta a través de una buena Interpretación y Gestión Sistémica emocional, aplicada al área de las relaciones interpersonales, que permita desarrollar estrategias o recursos de intervención que incremente la capacidad de contemplar la realidad en términos de todo lo que la componen (captación de los diferentes puntos de vista, desarrollo de la empatía apropiada, gestión de las emociones, resolución de conflictos, negociación, influencia y liderazgo) y en una dirección de solidaridad, empatía, compromiso, logro, disfrute y desarrollo para todos los participantes.

Desde estas habilidades blandas, se evaluará la Educación emocional y en valores, la personalidad, el estilo de vida y las habilidades interpersonales.

El aprendizaje de las soft skills fundamentalmente es experiencial, emocional y vivido en primera persona, de esta manera se llevará a cabo un entrenamiento de la inteligencia intrapersonal e interpersonal que forma parte de la inteligencia emocional (y no tanto cognitiva), así la persona estará más capacitada para afrontar diferentes situaciones adversas, buscar soluciones y generar soluciones que beneficien en el incremento de las habilidades sociales, en la toma de decisiones, en el rendimiento laboral y el bienestar y salud de los empleados y por ende en la productividad de la empresa.

Desde el portal LinkedIn inciden en que casi seis de cada diez líderes empresariales ponen las soft skills por delante de las hard skills. La Inteligencia emocional (IE) es una de las habilidades más poderosas que se buscan en un trabajador y en un directivo, y podríamos considerarla el eje de estas habilidades blandas ya que el entrenamiento en IE incide directamente en la capacidad del liderazgo, la capacidad de trabajo en equipo, la gestión del tiempo, la resistencia al estrés, la empatía, la resolución de problemas, habilidades comunicativas (habilidades interpersonales), adaptación a los cambios, y un largo etcétera.

Desde la referida red social, afirman que las habilidades blandas que más buscan las empresas en este año 2019 son la creatividad, la persuasión, la colaboración, la adaptabilidad y la gestión del tiempo.

Apuesta por la mejora personal y la empleabilidad

Esta tendencia empresarial hacia en entrenamiento en Inteligencia emocional y las habilidades blandas está muy en consonancia con los objetivos que persigue el Instituto Psicobiológico con su excelente formación 2019-20 : Máster en Inteligencia emocional: estudio científico desde la Psicología, la Neurociencia, la Salud y ‘Soft Skills’, que ofrece una formación multidisciplinar y transversal con docentes de primera línea, catedráticos y doctores, nacionales e internacionales referentes sus ámbitos del conocimiento.

Desde el Instituto Psicobiológico se ha realizado un ímprobo esfuerzo para ofrecer una formación científica y estrictamente rigurosa, siempre poniendo el foco en la mejora de la Inteligencia intrapersonal e interpersonal de cada alumno, así como en mejorar sus capacidades y actitudes en beneficio de su empleabilidad, a través de su entrenamiento en destrezas personales, sociales y emocionales.

Además, tras el acuerdo alcanzado con la Fundación CertiUni, los alumnos ahora cuentan con el respaldo de certificaciones de competencias personales, transversales y habilidades dirigidas al sector profesional, acreditaciones que estarán blindadas mediante la tecnología Blockchain.

En su última intervención en el Annual Summit de CertiUni, la directora del Instituto Psicobiológico, la Dra. Mercedes García puso el énfasis en el escenario que viven en la actualidad las empresas, organizaciones y sus recursos humanos, para argumentar las ventajas que ofrece una formación como la del Instituto Psicobiológico: “Nos parece fundamental la formación en educación emocional y en valores; existe, por ejemplo, mucha insatisfacción de los trabajadores en su medio laboral, con problemas como depresiones, desánimo, o problemas en las relaciones interpersonales, problemas de estrés, depresión, burnout, de liderazgo…; así como problemas que aquejan a muchos jóvenes y adultos, tales como la ansiedad, la violencia, la intolerancia a la frustración o el consumo de drogas”. “Muchos de estos problemas suceden porque nadie les ha ayudado, nadie les ha formado, y ése es el papel que desempeña el Instituto Psicobiológico”, concluyó la Dra. Mercedes García.


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