Tanto los profesionales de Fuerzas Armadas como el Cuerpo Nacional de Policía se enfrentan, a diario, a una presión constante debido a situaciones estresantes, que pueden afectarles de distintas maneras, entre las que podemos citar el denominado estrés postraumático, o bien una mala gestión de adaptación respecto a su lugar de origen. Del mismo modo, los propios casos y circunstancias a los que han de enfrentarse pueden afectarles a nivel emocional si no se gestionan debidamente. Además, podemos afirmar que estos profesionales se encuentran constantemente bajo la demanda del 100 % tanto de la sociedad, como de la prensa, la familia y los mandos superiores, lo cual les conduce en numerosas ocasiones a afrontar situaciones desbordantes que están más allá de lo que sus habilidades y sus competencias les permiten.
Por todo ello, es de vital importancia la formación continua de estos destacados expertos, tanto en Inteligencia Emocional, ya que se trata de valiosas herramientas que empoderan a los profesionales a contar con los recursos necesarios para gestionar de forma óptima las situaciones estresantes a las que se enfrentan. Gracias a esta formación, se han observado beneficios en la salud emocional, y en definitiva, psicológica, tanto en el personal de las Fuerzas Armadas como en el Cuerpo Nacional de Policía, y por consiguiente, una mayor satisfacción en el día a día respecto a la labor social que realizan.
La atención emocional se refiere a la conciencia que tenemos de nuestras emociones, la capacidad para reconocer nuestros sentimientos e identificar su significado. La claridad emocional hace referencia a la facultad para conocer y comprender nuestras emociones, alude a la capacidad de saber identificarlas entre ellas, a entender cómo evolucionan e integrarlas en nuestro pensamiento. Y, por último, la reparación emocional indica la capacidad de regular y controlar las emociones positivas y negativas. Si bien, puntuaciones altas en claridad y reparación se consideran adecuadas, no podemos decir lo mismo acerca de la atención emocional, ya que en este caso las puntuaciones elevadas podrían llevar al profesional a una hipervigilancia de las emociones y sensaciones y, en consecuencia, a la hipocondría.
En primer lugar, numerosos estudios han mostrado que un buen entrenamiento y formación en Inteligencia Emocional aporta grandes beneficios a estos profesionales, como hemos señalado, ya que, en el desempeño de sus funciones, se tienen que enfrentar a situaciones altamente demandantes a nivel emocional. La Inteligencia Emocional es un concepto que, aunque apareció en 1990, fue popularizado por el psicólogo estadounidense Daniel Goleman, quien lo definió como «la capacidad para reconocer los sentimientos propios y ajenos» en 1995.
Es posible distinguir entre diversos tipos de inteligencia, en función de las habilidades que entran en juego. De este modo, aparece relacionada con la capacidad de entender y elaborar información tanto propia como del entorno que nos rodea, para usarla de manera adecuada.
Formarse en Inteligencia Emocional ayuda al profesional a que posea la capacidad de conocer sus emociones, le aporta la posibilidad de acceder a ellas, de manejarlas o gestionarlas óptimamente, ya que este entrenamiento le permitirá realizar sus labores con mayor eficacia, sentirse más seguro consigo mismo, aumentar su sensación de autocontrol así como su autoestima. Una adecuada inteligencia emocional ayuda a afrontar las situaciones de estrés llevando a cabo acciones centradas en la solución del problema, resolución de posibles conflictos a los que se enfrentan, a través de la reflexión acerca del mismo, es decir, pensando en posibles causas tanto intrínsecas como extrínsecas que pueden afectar en la realización de su trabajo y en una respuesta adecuada.
Por el contrario, la falta de habilidad a la hora de regular las emociones puede llevar al profesional a evasivas erróneas , por ejemplo, el uso de alcohol o drogas como una estrategia de afrontamiento del estrés. Por su parte, el entrenamiento y formación en puede dotar a los profesionales del Cuerpo Policial y Fuerzas Armadas de una mejora ostensible en la gestión del estrés, tanto propio como ajeno, con objeto de poder analizar objetivamente (frente a hacerlo de forma subjetiva) las distintas situaciones del día a día laboral, desarrollar el autoconocimiento y la autoconfianza, lograr desvincular y/o conciliar la vida privada de la profesional, etc. En este sentido, lo idóneo en este ámbito es poder compaginar el entrenamiento personal con el profesional para obtener mejores resultados tanto a nivel personal como profesional y social. Así, se aporta al profesional recursos para afrontar situaciones laborales extremas y ayuda a potenciar sus capacidades tanto, interpersonales como intrapersonales, con el fin de mejorar su calidad de vida.
En conclusión, el Cuerpo Policial, en su importante cometido dentro de la sociedad, tiene que afrontar además conflictos diarios, por lo que están sometidos a una destacable presión. Por ello, una buena formación y entrenamiento en Inteligencia Emocional y Neurociencia, tanto personal como profesional, favorecerá notoriamente el bienestar psicológico de estos profesionales, ya sea en sus relaciones personales como en el desarrollo de su actividad laboral. Por último, tal y como hemos señalado, les aportará las herramientas adecuadas para contar con la sensación de control emocional necesaria y autónoma ante situaciones estresantes, les dotará de los recursos esenciales para aumentar su autoestima y autocontrol, para asumir responsabilidades de manera sostenible y saludable. Además, de gestionar de forma óptima posibles conflictos que se puedan ocasionar en el ámbito laboral y les ayudará a sentirse más protegidos y empoderados ante cualquier situación que les pueda desestabilizar.