La Psicobiología de la cooperación y de la moral e Inteligencia emocional en las relaciones de pareja

El Instituto Psicobiológico ha tenido el honor de acoger en su Máster 2017-18 en Inteligencia Emocional, Psicología positiva, Neurociencia, Salud, Coaching y estudio científico de la felicidad (pincha aquí para consultar el Dossier del Máster 2018-19) una nueva formación del catedrático de Psicobiología de la UCM, Fernando Colmenares, que protagonizó la interesante formación ‘Psicobiología de la cooperación y la moralidad humanas’ en nuestra séptima Jornada Formativa.

El Dr. Colmenares ha profundizado en el carácter prosocial inherente al ser humano, básico en la evolución e la especie. La ultrasocialidad y prosocialidad humanas, explica, se apoyan en vínculos sociales y emocionales que ensamblan y conectan a los individuos y activan los comportamientos que los retroalimentan.

Puede ser una prosocialidad positiva, pero también de acción negativa, como es el caso del castigo. Y es que la prosocialidad es es un terreno abonado para la “proliferación de los tramposos”, y la mejor mejor manera de detenerles es “castigarles, incentivarles a que cooperen o excluirles directamente”. “El castigo –destaca el catedrático– es precisamente uno de los elementos que definen la ultrasocialidad del ser humano: comportamientos que tienen como objetivo corregir la conducta no cooperativa de otros”.

En cualquiera de los casos, recalca el catedrático, tiene un valor extraordinario el concepto de la cooperación, ya que “cooperar nos ayuda a consigue alcanzar objetivos que individualmente no se pueden lograr”.

Pero, ¿en qué medida los seres humanos somos singularmente sociales? Sólo en nuestra especie existe una prosocialidad “a escala planetaria”, y basada en la “ayuda (instrumental-emocional) y en compartir (recursos, materiales o no)”.

Las interacciones sociales se muestran como una balanza entre lo que uno gana y pierde, representando los extremos la colaboracióncooperación, y la malevolencia (malicia-revancha). En el medio, con sentido contrario, se encontraría el altruismo y el egoísmo, mientras que también habría una última categoría, el castigo altruista o prosocial.

En cuanto a la moralidad, con un desarrollo extraordinario sobre la conducta cooperativa, el catedrático de Psicobiología señala que se han desarrollado estudios que muestran que existe una serie de áreas del cerebro implicadas (tales como la corteza prefrontal ventromedial, corteza frontal medial, o el córtex cingulado anterior) cuando el sujeto está valorando si un suceso es moralmente reprobable o no, admisible o inadmisible.

Como expone el Dr. Colmenares, la personalidad, las emociones y la prosocialidad tienen numerosos elementos en común. Con todo, ¿es ‘mensurable’ la prosocialidad o, por poner un ejemplo, el altruismo? Sí, de algún modo, pues cuestionarios como el Neo Pi-R (Cinco Grandes) incorpora factores muy indicativos en este sentido, como el gregarismo, las escalas de impulsividad (lo contrario al autocontrol), empatía o sobre la transgresión de normas.

El catedrático Fernando Colmenares, miembro del equipo docente multidisciplinar del Máster, ya participó en la cuarta Jornada Formativa con motivo de la videoconferencia ofrecida por el prestigioso neurocientífico estadounidense Joseph E. LeDoux. Junto a la directora del Instituto Psicobiológico, la Dra. Mercedes García, el Dr. Colmenares planteó una serie de peguntas al ponente, en relación con sus investigaciones sobre el ‘Cerebro emocional’.

Posteriormente, el catedrático de la Complutense departió con los alumnos sobre la conferencia exclusiva y las ideas expuestas por el Dr. LeDoux, valorando la esa visión constructivista de las emociones.

Parejas e Inteligencia emocional

“Todas las relaciones de pareja pueden introducir cambios extraordinarios o ser el auténtico freno a nuestra vida (…) y pueden ser una de las mayores fuentes de motivación y bienestar o fuente enorme de desmotivación, desánimo, desembocando en estrés o emociones como la tristeza o el rencor”. Es una de las reflexiones del experto en Inteligencia emocional y colaborador del Instituto Psicobiológico Santiago L., que protagonizó en la séptima Jornada Formativa la ponencia ‘Inteligencia emocional en las relaciones de pareja’.

Muy relacionados con los de la ponencia sobre el vínculo de apego materno, los contenidos en esta nueva intervención han girado en torno al amor como sentimiento y como estado mental. Siempre se ha hablado de la ‘química’ del amor. Esto se debe a que un sujeto que está enamorado es muy identificable en cuanto a la neuroquímica de su cerebro. “El aumento de la dopamina aumenta la atención y la tendencia a considerar única a la persona amada” (Páez, 2006), que subraya la analogía existente con el consumo de drogas, así cómo se incrementa la norepinefrina, que provoca que haya una fijación exclusiva en las cualidades positivas, desestimando las negativas”.

Zeifman y Hazan (1997) hablan del apego en pareja, con cuatro fases: el pre-apego o atracción inicial (con protagonismo de la feniletilamina); la formación de apego: enamoramiento (oxitocina, feniletilamina y dopamina); apego definido (amor); y corrección de metas: la pareja como base de seguridad. En la última fase, la conducta de apego no es tan cercana, pero una separación (por fallecimiento, por ejemplo) o una ruptura muy dolorosa podría dejar trastornos psicológicos importantes.

El experto ahondó en los tipos de amor en pareja (amigable, pasional, romántico, fatuo, sociable, pleno y vacío), los factores que influyen positiva y negativamente en las relaciones, así como en la clasificación de los vínculos de apego adulto (seguro-inseguro, evitativo o huidizo, preocupado-ansioso, etcétera), muy influenciados por la autoestima o el modelo de sí mismo y de los demás. En la relación de pareja, el tener una buena Inteligencia emocional supone una extraordinaria ventaja para lograr el éxito y evitar las relaciones tóxicas o perjudiciales (para uno o los dos individuos).

Como ya apuntara Santiago L. en una intervención anterior, las relaciones humanas pueden ser “predictores de longevidad y salud, uno de los mejores mecanismos de la regulación de nuestra homeostasis, proporcionando un mayor bienestar físico y psicológico”. De ahí que, como dicen los expertos, la soledad no sea para nada recomendable.


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