El Máster en Inteligencia Emocional, Psicología Positiva, Neurociencia, Coaching y estudio científico de la felicidad contó en su sexta Jornada Formativa con el catedrático de Psicobiología por la UCM y director de Neurociencia Cognitiva del Centro Mixto de Evolución y Comportamiento Humano (UCM-ISCIII), Manuel Martín–Loeches.
Si en su anterior intervención, el Dr. Martín-Loeches disertó sobre ‘Emoción y Cognición: el encuentro y la reconciliación’, en la última Jornada Formativa el catedrático abordó ‘La vulnerabilidad de la mente humana y el poder del lenguaje en el cerebro’. A través de esta ponencia, destacó cómo la mente humana, a la hora de tomar decisiones, percibir, memorizar, etcétera, se ve influida de manera significativa por estímulos sociales, y muy especialmente por el lenguaje.
El Dr. Manuel Martín-Loeches repasó los hitos del ser humano en cuanto a evolución cerebral, empezando por el aumento significativo del tamaño del cerebro con la encefalización. Una mente evolucionada, que ha llevado a no pocos a situar al ser humano en la cúspide de la evolución, al igual que la Tierra ‘ocupaba’ el centro del Universo. Y sí, nuestro cerebro es “excepcional”, con multitud de capacidades, pero la mente –nuestra forma de pensar y de ver el mundo– nunca dejará de ser producto del cerebro, y desde luego no es un ordenador, y además sabemos que es “tremendamente emocional y social, además de racional”.
Nuestra ‘maquinaria’ cerebral no es perfecta, existen ciertas limitaciones en nuestro procesamiento de la información que nos llega del mundo. Así, por ejemplo, la mente “sólo percibe una parte de la realidad”, y lo que no percibe, “lo construye”. Además, la consciencia va con retraso, recoge los productos del funcionamiento del cerebro, pero siempre construye ‘a remolque’.
Por otro lado, al cerebro humano “no le importa la verdad, sino algo que explique las cosas”, y en nuestro procesamiento cognitivo influye sobremanera el componente inconsciente, y eso “lo sabe muy bien la publicidad”. Martín-Loeches cita a Gary Marcus, autor que trabaja en la evolución, quien afirma que “la evolución nos ha moldeado no para pensar, sino para actuar; no para tratar con dinero, sino con comida”.
Por lo tanto, disponemos en nuestra mente de dos sistemas, uno reflejo, más ancestral, y otro deliberativo, que es más reciente y aún “no está bien ajustado”, y para Marcus este último sistema es un “apaño, una chapuza sobre el cerebro de un primate primitivo, tras utilizar piezas viejas o elementos existentes”. Por esta razón “falla y cuesta mucho utilizar”.
El cerebro social, la imitación y los rostros
El catedrático Manuel-Loeches afirma que nuestro cerebro es “ante todo emocional y social”, y en el cerebro social se incluyen regiones como el giro fusiforme –con el que reconocemos y ‘almacenamos’ las caras o rostros–, el sistema de neuronas espejo –nos llevan al mimetismo– y el denominado Default-Mode network (DMN o Red neuronal por defecto), que se activa cuando ‘no pensamos en nada’.
El doctor también hizo hincapié en la relevancia de las Neuronas Von Economo en este cerebro social, y aparte de los seres humanos, las poseen algunos cetáceos y primates –es decir, los animales más sociales–, y abundan en una parte del cerebro que se identifica con el cerebro social y con la parte que tiene que ver con la toma de decisiones y la detección de conflictos sociales.
Otra de las propiedades más sorprendentes del cerebro es que es una “máquina especializada en desentrañar mentes”, y de sentir emociones ajenas. El procesamiento emocional también viene dado por las expresiones faciales –en las que están implicados músculos de la cara tan importantes como el cigomático y el corrugador–, que son “contagiosas”.
Manuel Martín-Loeches concluye que el cerebro humano es “muy influenciable por la realidad externa, una realidad externa que es especialmente social”.
El poder del lenguaje
Esta codificación verbal que utilizamos para comunicarnos tiene un influjo tremendo sobre el cerebro. Algunos autores como el psicólogo Frith afirman que, teniendo en cuenta cómo es nuestra mente, el lenguaje humano surgió para “poder influir sobre otras mentes”. Tomasello (2008) concluye por su parte que el lenguaje surgió porque nuestra especie se caracteriza por la cooperación, y el lenguaje no hace sino facilitar dicha cooperación”.
Respecto al poder del lenguaje, el catedrático Martín-Loeches hace referencia a diversos experimentos que así lo demuestran, tales como la influencia de palabras emocionales, como los halagos e insultos, decisiones que cambian en función de las palabras utilizadas por la activación cerebral que se genera, e incluso alteraciones en el comportamiento y el ánimo en función de las palabras que procesamos.
Inteligencia Emocional aplicada a las relaciones interpersonales y grupales
La sexta jornada formativa del Máster en Inteligencia Emocional multidisciplinar contó asimismo con la docencia de Santiago L., experto en Inteligencia Emocional y colaborador del Instituto Psicobiológico, quien realizó un repaso de la historia de la Inteligencia Emocional, incorporando los conceptos de Inteligencia Intrapersonal e Interpersonal como “medio para optimizar las relaciones humanas”. Y es que las relaciones humanas pueden ser “predictores de longevidad y salud, uno de los mejores mecanismos de la regulación de nuestra homeostasis, proporcionando un mayor bienestar físico y psicológico”. De ahí que la soledad no sea para nada recomendable, ya que los seres humanos estamos diseñados biológicamente para relacionarnos”.
En esta formación, Santiago L. profundizó en conceptos que hemos visto en las diferentes jornadas formativas, tales como la personalidad y la salud, los conflictos o los esquemas y distorsiones cognitivas.
Mención especial merece el apartado sobre el ámbito intrapersonal y la enorme influencia de los conflictos con uno mismo. Y es que, “en muchas ocasiones, la mayor causa de conflicto puede estar en el propio individuo (frustraciones, rol de víctima, falta de discernimiento, negatividad, etc.)”, de manera que resulta complicado mantener buenas relaciones con los demás cuando la relación más conflictiva la mantiene el sujeto consigo mismo”. Estos conflictos intrapersonales pueden estar causados por problemas de autoestima, autoaceptación o reconocimiento, traumas no superados, experiencias de fracaso, expectativas incumplidas, altos factores de neuroticismo, falta de propósito de la vida, distorsiones cognitivas o por emociones negativas como la envidia, la codicia, los celos o la desconfianza.
Los conflictos se dan en todas las relaciones (intrapersonal, interpersonal, intragrupal, intergrupal) y el experto nos cita una serie de elementos imprescindibles para resolverlos, tales como el tener una buena Inteligencia Emocional y Ejecutiva, mantener una actitud de colaboración, tener empatía, reciprocidad y coopración, la mediación o la educación en valores éticos.