¿Menos implicado en el trabajo, exhausto, fácilmente irritable… pérdida de motivación…?
El sanitario -con el de la enseñanza y educación- es uno de los sectores que mayor afectación por estrés tienen en sus plantillas, y desde Instituto Psicobiológico queremos resaltar los beneficios que nos brinda la Inteligencia emocional para afrontar estos episodios de desgaste profesional en el ámbito de la sanidad, un estrés que no sólo afecta de manera negativa al rendimiento intelectual, psíquico y físico, sino a la propia actitud de quien lo padece, derivando en no pocos casos en falta de autoestima y frustración, y repercutiendo negativamente en la calidad de la atención que recibe el paciente.
El desgaste emocional y, por ende, físico, del profesional sanitario conduce en no pocas ocasiones a una menor implicación en el trabajo, una irritabilidad acusada y una motivación que no hace sino menguar cada día que pasa. Puede ser la causa de la incomprensión de pacientes y familiares, e incluso de sus propios colegas.
Médicos, enfermeros, celadores… los profesionales sanitarios -al igual que el personal que conforma el sistema educativo– necesitan, ante todo, salud, y la Inteligencia emocional puede ser una herramienta muy eficaz que beneficia no sólo al trabajador, sino también a su paciente o usuarios del hospital o centro de salud correspondiente.
¿Qué beneficios obtenemos?
Los más obvios, tal como han puesto de manifiesto recientes investigaciones en este campo, son un mayor bienestar y salud para quien se aplica la Inteligencia emocional, y John Mayer –que en los albores de la década de los 90’ introdujo junto a su colega Peter Salovey la Inteligencia emocional en la literatura científica– lo expresaba de este modo para definirla: «Una habilidad para percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y las de los demás, promoviendo un crecimiento emocional e intelectual. De esta manera se puede usar esta información para guiar nuestra forma de pensar y nuestro comportamiento».
Inteligencia emocional, el bienestar y la salud aparecen como conceptos muy relacionados entre sí, y se ha demostrado que la primera tiene efectos sorprendentes en el ‘blindaje’ el sistema inmunitario del individuo, y por consiguiente en su regulación homeostática, o equilibrio entre los sistemas inmune, nervioso y endocrino de nuestro organismo, y también en nuestra Epigenética.
Mejor relación con el paciente
La Inteligencia Emocional, una de las principales ramas formativas del Instituto Psicobiológico, implica la escucha activa, empatía, asertividad, cercanía…, de manera que se erige como una poderosa habilidad para superar el enfrentamiento al estrés que afecta tanto a pacientes como al personal sanitario.
Y es que desde el Instituto Psicobiológico hemos constatado que tras una Inteligencia emocional aprehendida por parte del personal médico, hay un paciente que se siente entendido, escuchado, apoyado, atendido, cuidado y respetado, una persona que logra un mayor nivel de compromiso, confianza en el tratamiento y consiguiente recuperación.
El personal sanitario consigue intervenir de la forma más adecuada ante determinados factores estresantes, lo que supone una gran ayuda en el cumplimiento de sus objetivos o para evitar peligros que pondrían en riesgo su integridad física o psicológica; además el adecuado afrontamiento al estrés ayuda a sentir sensación de eficacia, autorrealización y progreso.
La formación ideal
Una óptima formación en el ámbito de la Inteligencia emocional y Psicología emocional con bases psicobiológicas, dotaría a los profesionales de las herramientas adecuadas para lograr estos objetivos. Formación como la que ofrece el Instituto Psicobiológico en su Máster en Inteligencia emocional, Psicología, Neurociencia y Salud, que ofrece una completísima formación teórico-práctica multidisciplinar y transversal con un equipo docente extraordinario, compuesto de catedráticos y docentes de reconocido prestigio nacional e internacional.
Calidad del cuidado
Los diferentes estudios han abordado la Inteligencia emocional inciden en que ésta es una poderosa ayuda para desempeñar el trabajo sanitario, implicando una serie de ventajas tales como:
- Optimiza la relación médico/terapeuta-paciente (alianza terapéutica, joining, unión…) en aspectos relacionados con la calidad del cuidado y satisfacción del paciente.
- Influye positivamente en el rendimiento y en la eficacia del proceso terapéutico.
- Mejora la satisfacción personal y profesional que el sanitario siente a la hora de ejercer su trabajo, y, por consiguiente, en su implicación.
- La rehabilitación, la recuperación del paciente es susceptible de experimentar una interacción también en relación a la Inteligencia emocional del personal que le atiende.
- Es esperable una recuperación más rápida y eficaz, con menor riesgo de recaída, y dotada de mayor autonomía. De este modo, el paciente podrá sentirse más seguro, con más herramientas y habilidades que a su vez potenciarán sus recursos personales.
Como quien extrae riqueza de una mina, es el momento de explotar los grandes beneficios que aporta el desarrollo de la Inteligencia emocional. Se trata de generar una mayor conciencia sobre la mejora de la relación médico-paciente, para que esta alianza no se limite al diagnóstico y al tratamiento, a rigurosos estudios clínicos, a difíciles diagnosis, a procedimientos impuestos cuando no agresivos… No se trata de subestimar este valioso proceso que desemboca en la curación, sino de liberar del estrés que va en detrimento de estos logros profesionales y personales. En suma, de añadir el potencial que puede traer consigo «la alianza terapéutica con la Inteligencia emocional» creando un vínculo médico-paciente más eficaz y más estrecho.
Prevenir el ‘burnout’
Con todo lo expuesto, lógicamente la correcta aplicación de la Inteligencia emocional es una perfecta ‘medicina’ preventiva, que impide que este estrés que padece el profesional sanitario se transforme a la larga en el llamado ‘síndrome del burnout‘ o del ‘trabajador quemado’, una nueva categoría que va más allá del estrés y en la que ahondaron ya Maslach y Jackson y que se manifiestan en una triple rama: agotamiento emocional, la despersonalización y la falta de realización personal.
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